A veces me siento como Dorothy del Mago de Oz pero con 32 años.
A veces me siento como Dorothy, la niña del Mago de Oz. ¿Conoces la película? Pues a veces parece que mi vida es solo un cuento.
Con mis 32 años, algunas veces me siento perdida, echando de menos mi casa de cuando era niña y la libertad de jugar sin responsabilidades. Me encuentro caminando por un sendero amarillo sin saber muy bien lo que me voy a encontrar, miro hacia atrás y no me creo todo lo que llevo de trayecto. Voy acompañada de buenos amigos que buscan también algo que creen que les hace falta. Y ahí vamos, luchando juntos, resolviendo la crisis de los 30 y viviendo como millenials.
¿Qué habrá del otro lado del arcoíris? Estoy buscando siempre algo que me haga sentir estable, pienso que si sigo caminando encontraré el final del arcoíris, el baúl con monedas de oro o algo así. Me siento como Dorothy, intentando regresar a casa, sin saber que en realidad, la mejor parte son las aventuras durante el trayecto. Cuando niña (y actualmente) es de mis películas favoritas. Así que pensé ¿Cómo sería si Dorothy viviese en el 2020 y tuviera 30 años?
Dorothy viviría en un pequeño piso compartido con compañeros de piso y su perrito Toto, su fiel acompañante, amante de las cafeterías pet friendly.
El tornado que la aleja de casa es su propia vida, una un poco desastrosa pero que le obliga a salir a buscar ‘algo’ lejos de lo que llama hogar y le impulsa a aventurarse en búsqueda del Mago de Oz: un trabajo estable que le haga feliz. Sí, echaría de menos regresar a casa, pero preferiría tener una que pudiera pagar ella sola, con algo de estabilidad económica y emocional seguro que lo conseguiría.
Caminando por el sendero amarillo, lucha contra la Bruja Mala del Oeste: los miles de ‘no’ que recibe tras una y otra entrevista de trabajo, los trámites burocráticos, los trabajos de tres meses y mal pagados. Vamos, una bitch que siempre le pone el pie a Dorothy. La Bruja Mala del Oeste son sus propios miedos e inseguridades contra los que debe luchar día a día.
La bruja tiene como subordinados a muchos monos con alas (los recuerdas, son como pequeños demonios), esos son sus propios complejos y todo lo que nos solemos crear en la cabeza, que si ‘Soy demasiado bajita, debo bajar de peso, no soy muy guapa, no tengo nada que ponerme, qué pensarán de mi, no soy muy inteligente, no tengo dinero, odio mi nariz’ y todas esas inseguridades contra las que tendrá que pelear cuerpo a cuerpo durante el trayecto a Oz, básicamente, los problemas de una millenial y de toda mujer, supongo.
A lo largo del Camino Amarillo, Dorothy sube todo a sus redes sociales, publicará todo lo que se encuentra, las flores, las hadas, todo lo que le parezca hermoso y digno de ser subido. Claro, por dentro, en realidad se siente insegura de no saber si llegará a Oz pero se trata de vivir el presente, ¿no?
Sus amigos el León, el Hombre de Hojalata y el Espantapájaros son sus mejores amigas. Las que van buscando algo igual que ella y que se acompañan en el camino. Se toman unas cervezas juntas, ríen, lloran y se mandan whatsapps por el grupo llamado: ‘Somewhere over the rainbow’ .
-¿Qué tal chicas? ¿quedamos mañana para tomar algo y me cuentan cómo va la búsqueda de valentía, corazón y cerebro? Yo sigo sin encontrar mi estabilidad económica.
Cada una desea encontrar algo, ya sea valentía, corazón o un cerebro: León quiere perder el miedo para hacer lo que ama y emprender. Espantapájaros busca una beca para estudiar en otro país y terminar la tesis de maestría. Hojalata desea el amor incondicional, una pareja estable. Todas en los 30, con un futuro un poco incierto , no como el de sus padres a esa edad. Alguna está totalmente perdida, otra sabe perfectamente lo que quiere pero no sabe cómo obtenerlo. ¿Hijos? Bueno, ya veremos…
Si Dorothy tuviese 30 años, golpearía sus zapatos rojos de Zara tres veces y repetiría que No hay nada como el hogar y cerraría los ojos, muy fuerte y deseando vivir de nuevo con sus padres, sin problemas económicos, sin tener que cocinar, volvería a estudiar, a comer de todo sin subir de peso. Pero lamentablemente, los zapatos rojos no la llevan a ese hogar, no son tan mágicos como parecen pero la hacen lucir despampanante. Tiene que seguir andando por el camino amarillo hasta encontrar al Mago de Oz con la compañía de sus mejores amigas y peleando contra sus propios demonios. La mejor parte: vamos siempre bien acompañadas. Y tú, ¿qué le pedirías al Mago de Oz?
¿Te has sentido como Dorothy en alguna etapa de tu vida? ¿También has pasado por la crisis de los 30?
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Me ha gustado mucho, me recordaste mis 30s; incapaz de responder qué esperaba de vida, con la única certeza de saber, al menos eso, lo que NO quería.
Te recomiendo el libro de Alejo Carpentier “El reino de este mundo”. Me acompañó durante años.
Gracias por comentar, ya no me siento tan sola de sentirme así a mis 30. Buscaré el libro!!